Vivir a través de un manual

En la cartelera de los cines actualmente se está proyectando la película isrraelí «My father, My Lord» que en una supervisión general no la recomiendo, aunque hay aspectos que sí me interesan.

Uno de los protagonistas vive inmerso en el estudio de un libro religioso al que le obliga su «profesión y dedicación», mientras paralelamente se desarrolla la vida de su hijo, que constantemente está investigando un mundo lleno de curiosidades, misterios y maravillas.

Las preguntas por el hijo planteadas a juicio de su padre resultan impertinentes, desafiantes y a las que hay que poner coto. Para él representan un «peligro» ya que cuestionan su dogmatismo acerca de la explicación del funcionamiento del mundo, que tan cómodamente encuentra en un libro.

Tal es la desconexión y ausencia del mundo real, que sucede un acontecimiento por el que emerge el sufrimiento que puede llegar a generar el vivir intentando imponer teorías al mundo, en lugar de investigar qué es lo que el mundo nos está transmitiendo constantemente en su evolución.

Un conocimiento certero del mundo, lo logramos cuando nos acercamos a él a través un método científico, racional. Podemos aprender a sensibilizarnos con distinciones con las que apreciar todas las cosas que en el mundo hay para disfrutar y también maravillas de las que asombranos y conocer, sin necesidad de esperar «a un más allá» o encontrar la solución en un manual.

Un sentido de «trascendencia» de nuestra existencia es conveniente también el gestionarla y ponerla en el lugar para utilizarla como motor de crecimiento, desarrollo…y no sólo servir a unos rituales supuestamente mágicos o supersticiosos.

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