Me comentaba Juan Luis que en la empresa en que trabaja se han repartido los turnos de vacaciones del verano. El tema activado por lo tanto ha sido el de «vacaciones» y la tipica pregunta de: ¿donde te irás de vacaciones?, dando por hecho que en vacaciones «hay que ir a algún sitio». Juan Luis no se había planteado el tema, y al no tener una respuesta a las expectativas de otros, ha generado una situación que él estaba viviendo de una forma muy incómoda.
Investigando el asunto pudimos comprobar que Juan Luis partía de los siguientes planteamientos:
– Que en Agosto «había que tomar vacaciones»
– Que como todo el mundo, él también debía de sentir la necesidad de ¿descansar?
– Que el no tener previsto un lugar donde marcharse, lo hacía sentirse una persona poco competente, escasamente previsora y estúpida
– Que experimentaba una angustia creciente al comprobar que se acercaba la fecha, y este año no sabía qué hacer en ese periodo
– Que tampoco contaba con nadie con el que supuestamente compartir este periodo
Muchas de estas reglas auto impuestas funcionan no sólo con Juan Luis; el catálogo es muy personal, aunque seguramente podemos reconocer cosas similares en personas a nuestro alrededor.
A estos temas se les dedica muy poca reflexión y se funciona de una forma automatizada, sin cuestionar aquello que una y otra vez repetimos, más por el puro rito y costumbre que por atender a nuestra necesidad en ese momento.
Te propongo que hagas un repaso de tus periodos de vacaciones en los últimos cuatro o cinco años, y que busques las similitudes que hay entre ellos. Después que busques también las diferencias existentes, y no me refiero a que un año has podido salir de viaje a Italia y otro año has ido a Cádiz -por poner un ejemplo-; en ambos casos la figura predominante es que has viajado, la diferencia la haría que uno de los años te hubieses quedado en casa aprovechando para hacer unos arreglos de mantemiento en el hogar.
Una vez realizada esta investigación, continua avanzando cuestionando si lo que haces:
– ¿Desde cuando lo haces?
– ¿Qué te impulsó hacerlo y a repetirlo?
– ¿Te sientes satisfecho?, ¿con qué no te sientes satisfecho?
Desde ahí:
– ¿Cómo te quieres plantear las vacaciones?
– ¿Qué podría ser conveniente para tí?
– ¿Qué te gustaría sentir, pensar acerca de ese periodo una vez finalizado?
La cuestión se puede enriquecer de muchas formas: hacer una lista de propuestas, alternativas…valorar las ventajas, los incovenientes o neutralidades en cada una; y sobre todo manteniéndote atento a la creatividad y no fijar planteamientos de «es conveniente viajar», adoptándolo como un hecho irrefutable e incontrovertible en todo momento y para todo el mundo.
La curiosidad, el deseo de aprender, la capacidad de maravillarnos, jugando con posibilidades, siempre nos conduce más allá de donde estamos.
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