Cuando entramos en contacto con una persona, un grupo…procuramos adecuarnos al contexto en el que nos desenvolvemos, para así manejar y transmitir una información u otra, ahora bien, ¿qué criterios personales manejamos para seleccionar una y obviar otra?, ¿qué cosas son las que no estamos dispuestos a compartir?, ¿qué existe detrás de todo ello?
En alguna ocasión me he encontrado en alguna pareja la conclusión que su problema era «que no tenían nada que comunicarse, debido a que llevaban mucho tiempo juntos», es decir, ellos mismos habían indentificado la «causa» y el «motivo». A poco que esto se explore quedará de manifiesto que la cuestión -si fuese realmente eso- no es tanto que «no existe comunicación», sino «cómo no existe esa comunicación», y parcialmente tiene que ver con los criterios que subjetivamente utilizamos para considerar que lo que voy a emitir al otro le será o no relevante, cómo presento esa información y le puedo añadir una cualidad de «atractiva»
Por ejemplo, si yo comento: «esta mañana he desayunado unas tostadas con aceite»..es una forma de exponerlo. Ahora bien, si digo «esta mañna he disfrutado mucho del desayuno», muy probablemente, el otro quiera rellenar el hueco que haya generado la palabra «disfrutado», porque realmente no le estoy dando el contenido de ese disfrute; y estoy preparando las condiciones para que esta persona «pueda interesarse en el tema»
He puesto el ejemplo de el desayuno, ya que en el proceso de comunicación con el otro, solemos ir manejando estándares cada vez más altos de qué es lo que el otro espera de nosotros, o qué le puede interesar…Así parece, que si en el cotidianidad «no he sido perseguido por un león» o «un mecenas me ha ofrecido la posibilidad de vivir haciendo lo que me de la gana», nuestras vivencias tendemos a meterlas en el gran saco que llamamos «rutina», las enclaustramos y punto. Claro, añadimos dificultad a la comunicación.
Es conveniente revisar este tipo de asuntos cuando notemos que con otra persona o personas, con las que en general hay un grado que consideramos aceptable de comunicación, la cosa comienza a deteriorarse.