Relativismo

En un curso de formación estábamos abordando el tema de cómo etiquetamos los acontecimientos, y de cómo la etiqueta escogida, dependiendo de las conexiones que individualmente mantenemos con ella, va a favorecer una determinada respuesta  a ese hecho etiquetado.

Por ejemplo: la cena de ayer con mi pareja fue «horrorosa» ya que hacia los postres acabamos discutiendo y enfadados por si matrículabamos o no al niño en clases de inglés. Claro, hay dos aspectos: «horroroso» qué significación personal le damos cada uno a esa palabra, y por otro lado el hacer  «un todo de una parte», es decir, en la calificación de la cena sólo está contemplando,  se está atendiendo a  una parte de ella, ya que se está pasando por alto los acontecimientos que en la cena pudieran ser neutros: el tiempo de espera, la ambientación del local, la comodidad del mismo, así como los que potencialmente pudieran ser positivos: la calidad de la comidad, el sabor de la misma, el cómo había transcurrido la noche hasta ese momento, etc….

Digo, que en ese curso de formación planteé el tema que puede ser muy útil la re-etiquetación de los acontecimientos, porque pueden restarle carga negativa a la cosa, y pueden equilibrarla; ahora bien, también puede ser muy perverso, ya que cosas que sí merecen un contundente rechazo, pueden deslizarse rápidamente al relativamente, bueno, depende, hay que tener cuenta, en consideración, tal o cual…una especie de justificación del contexto y los acontecimientos. Claro, bajo esta premisa, todo es justificable, pero va a resultar que no, que no todo es justificable, que hay cosas que etica y moralmente, son rechazables y condenables.

Los relativistas me vendrán diciendo, que la etica y la moral, es personal, sin un criterio prefijado y varía en función del tiempo y el espacio cultural. Y si asumo esto último, ¿qué espacio me queda para condenar una acción? En la Rusia de Stalin -y la de muchos años anteriores y a posteriori- todo lo que se oponia a la doctrina comunista, era pisoteada, resultado: más de treinta millones de muertos, ¿porqué ibamos a condenar esto, si se estaba imponiendo lo que la cultura y el contexto del momento marcaban?

En esa clase interveni, para aportar mi visión y exponer el peligro de estas re-etiquetaciones, poniendo el ejemplo de los «asesinatos perpetrados por la organización terrorista ETA en España», y nada más enunciarlo de esta forma -y sin que llegara a desarrollarlo- , fuí interrumpido por el formador, molesto con esa afirmación y amonestando mi calificación de «asesinos» que yo había etiquetado, porque ya estaba prejuzgando su acción. Pues sí, claro, que estoy etiquetando y juzgando una acción. El que alguien llegue por la espalda a otra persona y dispare un tiro de pistola en la nuca, o ponga una bomba lampa que explote al arrancar el coche, o unas bombas en una casa cuartel con la muerte indiscriminada de niños incluidos o que a alguien se le prive de libertad en un agujero subterraneo durante más de quinientos días, entiendo que no merece otra calificación y que la inmoralidad, proviene justamente, de intentar justificar lo ocurrido por el contexto histórico. El valor de la vida humana, está por encima de todo eso.

Es por lo que denuncio el relativismo imperante y lo útil de mantener una escala de valores, de moral a la que atenernos como sociedad, independientemente de los tiempos, que no se vean sacudidas o relativizadas por modas ideológicas. Equilibrar nuestra atención y etiquetado a nuestra vida es muy útil, también el de ponernos límites sin que utilicemos argucias esquivatorias a los mismos, para justificarnos a nosotros y asi sentirnos mejor.

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