En muchos momentos puede resultar muy revelador y útil utilizar preguntas de estructuras «¿para qué…? ya que en buena medida nos mueven de los motivos del «por qué» al propósito con el que me involucro en cualquier acción: ocio, objetivo, resolución laboral, etc.
Como en muchas ocasiones, posiblemente al plantearla nos quedemos «en blanco» sin encontrar una respuesta clara al asunto; porque simplemente lo hemos hecho por una cierta inercia, por la que respondemos apresuradamente al «porqué» y no el «para qué». Ejemplo: llevo toda mi vida visitando a la familia todos los días, porque es lo que hay que hacer, ¿para qué?
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