Durante mucho tiempo en mi vida, algunas personas me decían: «tienes que creer en tí, estar motivado por las cosas que haces y saber que las cumplirás». Yo chequeaba lo que me decían, y sí podía identificar que «motivado» me encontraba, aunque eso de «creer en mi», ¿exactamente qué significaba si no había adquirido la habilidad que se suponía que ya debía de estar ahí?, con lo que me culpabilizaba porque me medía con otros que al parecer de forma «mágica» conseguían aquello que se propían.
Imágenes tan recurrentes como las que encabezan esta reflexión, existen por doquier con sus distintas variantes, de tipos escaladores que llegan a la cima, ejecutivos con maletines corriendo llegando a la meta final..y todo lo que queráis imaginar. Ahora bien, si tomamos la imagen de un supuesto ciclista, escalando una pendiente, para se supone llegar a una cima; doy por hecho que el ciclista está muy motivado, pero eso no compensa si el supuesto ciclista no hubiese adquirido la capacidad de «montar en bicicleta», son cosas muy distintas.
Yo puedo estar muy motivado para volar, para disfrutar del mundo submarino, para poner música a una película…pero eso no compensa si he adquirido: la capacidad o no de poder hacerlo, no basta, no es sólo suficiente la Motivación. Para practicar submarinismo habré de pasar primero por una instrucción acerca de la cosa, porque sin eso previo colocado ¿cómo se supone que lo haré?. En muchas ocasiones, las personas al identificar cual es nuestra carencia, lo hacemos de forma poco acertada, al atribuir «falta de motivación» cuando lo que en realidad existe es una «falta de capacidad»
Y suponiendo que la motivación la desarrolle, así como la habilidad, habré también de contemplar el entorno donde se va a desarrollar. Si quiero llegar a una cumbre, tendrá que existir esa cumbre. Yo puedo estar muy motivado, haber desarrollado la capacidad de escalar, aunque en un pueblo de la meseta de La Mancha, no podré desempeñarme; al igual que puedo motivarme mucho para que mis recetas de cocina vegetariana la disfruten mucho sus habitantes, aunque en Etiopía no será lo más adecuado.
Hay una simplificación excesiva en los análisis de las cosas. Atribuir la no materialización de algo tan sólo a una falta de motivación es algo muy poco certero. Por cierto, también en nuestro día a día, hacemos muchas cosas «sin motivación alguna», simplemente porque nos han o nos hemos educado para ello; os aseguro que personalmente «planchar ropa» no es algo para lo que esté muy motivado, aunque he adquirido la habilidad y en mi entorno hay una plancha con la que la puedo desarrollar.
Este tipo de identificaciones, distinciones son parte de lo que abordo en mi trabajo, y te invito a que puedas beneficiarte de ellas: consulta