No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no las hacemos. Es decir, al final de lo que estoy hablando es de una determinada conducta, que va a requerir el desarrollo de unas habilidades, que si nunca practico, me seguirán pareciendo toda mi vida, algo inalcanzable.
Desempeñar Tenis me puede parecer muy difícil, y es posible que mi sentir esté en lo cierto, ya que desde que tenía trece años, no he tomado una raqueta y claro ahora con cuarenta y dos años, continuo teniendo la misma habilidad de entonces, algo más atrofiada, porque no la continué practicando y por lo tanto no tuvo ocasión de desarrollarse.
Cuando observamos a una persona el desarrollo de una determinada habilidad, de una forma óptima, no es algo que haya desarrollado por herencia genética, sino que detrás hay mucha práctica de la misma, observación, rectificación y mejora. Está al alcance de todos, ahora bien: ¿es esa habilidad la que yo quiero aprender?, ¿cómo encaja la misma en un todo en mi vida?, ¿qué beneficios me aportará su práctica?
También existe un factor cultural bastante arraigado, y es aquello de que cuando “no sabemos hacer algo”, es que “eres un inútil”. Y ambas cosas con erróneas, ya que no estamos hablando de un “saber”, sino de un “hacer” que se adquiere con la práctica y que tiene también involucrado un saber que se adquiere también a través de la rectificación de la propia práctica. Por otro lado, que yo no haya practicado una determinada actividad, no significa que estoy invalidado para ella, y eso no tiene nada que ver con mi identidad como persona, al valor personal.
Y estos juicios soterrados son los que pueden estar implicados en la limitación a una determinada práctica, ya que a mi mismo me puedo presionar con “hacer las cosas a la primera de una forma perfecta” o “que yo ya debería conocer su funcionamiento” y de ahí enlazarlo a mi identidad como persona calificándome de “inútil, inepto, incapaz…”; con lo cual no practico lo que puedo practicar y ratifico mi propio juicio inadecuado.
Aprendimos a andar ejercitándolo, y después nos vamos haciendo mejores, lo mismo que a leer, escribir, hablar…porque cualquier habilidad, una vez más, es una cuestión de práctica y de observación sobre la misma, para poder evaluarla, rectificar aquello inadecuado, volver a practicar y así desarrollarla.
Aquí estoy centrándome en habilidades mecánicas, aunque esto también es extensivo a mi forma de responder al mundo emocionalmente, que también es una conducta, que también es una habilidad, que en un determinado momento aprendí y que si no actualizo continuo manteniendo, como si fuese algo sobre lo que no tengo una influencia. Cuando no es así.
Manuel León López
Coach, Terapeuta y Formador
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