Suele confundirse un sentir de la confianza en nuestro desempeño, con descuidos a la hora de plantear un trabajo, evitar pensar acerca de cómo quiero preparar una entrevista de trabajo, cómo y qué haré en una presentación pública…
El desempeño de cualquiera de nuestras labores, nos devuelve la medida de si vamos adquiriendo más o menos confianza en ellas. Conforme las repetimos, nos hacemos más habilidosos y generamos mayor grado de confianza; aunque en ello no sólo están involucrados la confianza, sino también la competencia y la capacidad, que son cosas distintas; y conductuales todas.
Yo puedo generar la confianza en mi persona para proponerme «un salto en paracaidas», aunque si no he sido adiestrado previamente (competencia) , la cosa no pinta muy bien. Puedo hacer emerger en mi persona una confianza en dirigirme y exponer en público, aunque puede que el auditorio sea muy grande y si no dispongo de un amplificador de sonido nó se me escuche (capacidad)
Hay que hacer un constante examen del desempeño que voy a desarrollar, y todas las cosas que hay en él involucradas, y que pueden interferir en él. De ahí, que por ejemplo, una de las ventajas que puede desarrollar una persona con una falta de confianza, es que se impulsará así misma a adecuar la situación para garantizarse un mayor grado de confianza.
La confianza, la capacidad o la competencia, no es algo «que se tiene», como el color negro de un cabello, sino que se construye, se genera, a partir de nuestros actos, decisiones y a la vez se gestiona en función de aquello que quiero conseguir, a lo que quiero acercarme.
Deja tu comentario.