«Eres especial» o cómo entrenarte a ser un frustrado

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Los mensajes con contenido “emocional” tienen garantizado su éxito ya que es a lo que nosotros primero respondemos, estamos muy entrenados a ello. En nuestro desarrollo, sobre todo los dos primeros años de vida, a los estímulos que recibimos del mundo, respondemos desde la emoción, y no existe un juicio cognitivo (pensar) en esa respuesta.

Hoy para los padres sus hijos son “seres especiales”, y desde ahí van a exigir a los otros que se los trate como tales y eso tiene consecuencias, ya que siempre se va a tender a disculpar o buscar cualquier razón por muy extravagante que parezca que justifique el comportamiento inadecuado de su hijo, ya que son “seres especiales”; y esto el niño lo capta y lo asume para él.

Unido a esto, también hay una influencia procedente de ideas, creencias míticas que vienen a establecer que “El Universo”, “Dios”, “La vida”, tiene un plan para cada uno de nosotros, ya que somos eso, seres especiales y que cada uno en nuestra vida tenemos que conocer y alcanzar eso que “ya estaba establecido para nosotros, ya que somos seres especiales”

Efectivamente cada uno de nosotros tenemos una forma de ser y estar en el mundo que nos hace únicos, que no especiales, porque esa “unicidad” la compartimos con el resto de miles de millones de otros humanos que pueblan la tierra. Si nos pasamos la vida exigiendo y esperando, que porque “somos especiales” hay como una especie de “deuda de trato de favor hacia nosotros” por parte del mundo, estamos alimentando una enorme frustración, que se va a manifestar después en respuestas muy agresivas a cualquier contradicción: nótese reacciones en redes sociales.

Cuando perdemos tolerancia a la  frustración, cuando no aprendemos a gestionarla, porque creemos que nos merecemos todo, nunca llegamos a conocernos a nosotros mismos, a nuestros límites porque más que crearnos una imagen de nosotros mismos, nos creamos una fábula. Nos ofendemos con muchísima facilidad, pero tampoco medimos las palabras con los demás porque  no asumiremos una igualdad en la comunicación; en otras palabras, si nos creemos estas palabras nos convertirnos en adolescentes perpetuos.

“Hay que ser muy humilde, para ser muy grande”

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