Existe un curso en el que a los participantes se les «instruye» para a partir de sus conocimientos: estructurarlos y poder impartirlos de forma docente. Resulta que éste es de obligada acreditación caso de pretender impartirlo dentro de cualquier entidad u organismo público.
Se solicita de los participantes que atiendan la lectura, de 10 modelos distintos de «profesor ideal» a los que quisieran acercarse. En ellos lo que abundan son «definiciones» y «etiquetas», dando por hecho que «todos los participantes ante una misma etiqueta saben a qué exactamente se están refiriendo»…cosa muy poco certera y lejos de la realidad.
¿Cuantas formas existen de «enfadarse», de «construir ambición», de «permanecer atascados»?: todas éstas son etiquetas que manipulamos con la convicción de que tenemos una comprensión de ellas cuando nos estamos refiriendo a un tema; y sin embargo, cuando investigamos un poco, pronto resalta que habrá tantas formas como personas de: enfado, ambición, atasco, etc…
En lugar de plantear a la persona: ¿cual es su ideal personal de formador?, investigar cómo ha llegado a ese ideal, cuáles han sido sus referencias, a qué se está refiriendo exactamente con las etiquetas que está evocando…se le dán diez modelos prefabricados y se le empuja a que encaje en ellos. Y ésto es algo que a la persona le dá seguridad, ya que ya dispone de un modelo al que direccionarse, aunque muy poco investigado y aunque contradictorio con su teórico fin, poco personalizado.
Esto lo puedes comprobar en muchas situaciones de tu vida diaria similares a ésta, cuando echando mano del manual de «psicología de bolsillo» nos identificamos con un modelo de personas, cuando buscamos la ideología política, la fé religiosa, la identificación sociológica…a base de etiquetas que nos dicen como «somos», en lugar de por nuestra cuenta investigar el proceso que conduce a «eso que hago o construyo» y para poder manejarlo le pongo una etiqueta, pero que ella por sí sóla no describe nada.
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