Si pretendemos lidiar con algo, habrá que admitir que ese algo existe y no negarlo, lo que podemos consensuar como una «toma de conciencia» y «reconocimiento» de una parte de la realidad.
Y sobre este asunto solemos hacer un tratamiento dicotómico acerca de la realidad que nos rodea -conducta proyectada sobre lo que hacemos también hacia nosotros-, que va desde: la fijación y exaltación de «todo lo malo y catastrófico del mundo» (puedes leer cualquier periódico) o bien «la ensoñación con un mundo ideal que se perdió y que ya no existe»
Para muchas personas la versión de hoy del mundo es el deterioro que paulatinamente se ha venido produciendo desde una epoca que no llegan a identificar, que permanece en el «ideal» y que se relacionan con ella como si en alguna ocasión hubiese pasado: hombres y mujeres movidos por valores universales, cuidado y respeto por la naturaleza, amor y cuidado por lo relacionado con la cultura…La versión enésimamente repetida de «cualquier tiempo pasado fué mejor»
El mundo es el que es, una proyección de la realidad de los hombres y mujeres que lo habitamos. Jamás han existido «valores universales», «ni hombres y mujeres todos justos y en armonía con la naturaleza»… en el momento que comienzas a pensar un poco sobre estas cosas, se desmenuzan. De hecho, y en términos muy generales -los mismos que estoy aplicando en esta reflexión- el hombre y mujer de hoy, en el mundo occidental mantiene un grado de desarrollo, evolución, sensibilidad…muy superior al de otras épocas. Eso no quiere decir que coexista con contradicciones y conductas reprobables.
Para muchas personas es más agradable pensar en el ideal que mantienen en el mundo, que aceptar el mundo real. Es el mismo mecanismo por el que disfrutamos más viendo una pelicula de fantasía donde hay «rios en los que surca el chocolate» que viendo el cauce de «un rio en la realidad y surcado por agua» La curiosidad, el deseo de aprender y la capacidad de maravillarnos es una actitud que podemos desarrollar dentro del mundo real, sin necesidad de escaparnos a idealizaciones y paraisos inexistentes.
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