Lamentaba un hombre de mediana edad su situación actual en la que como asunto “aparentemente” más relevante emergía la ruptura de su última pareja. Se quejaba de las expectativas puestas en la relación, y que no se habían cumplido, interrogándose a su vez cómo eso había podido suceder.
Explorando el asunto y extendiéndolo a otras relaciones en su vida identificamos un patrón de comportamiento: mantenía una fuerte motivación por emparejarse, por una cuestión de compartir un proyecto en común –básicamente el suyo-; así cuando en el entorno aparecía una posible candidata desplegaba todos sus “encantos” a modo de pavo real haciéndolo con su plumaje más deslumbrante.
Por lo general, las candidatas han sido personas que vivían identificándose con el papel de “victima”, esperando a un tercero que las rescatara de sí mismas. Esta persona las señales de “alarma” las desconectaba, ya que estaban interfiriendo con su “proyecto en común, con esa mujer tan especial”, y continuaba adelante con su fantasía.
Con el paso del tiempo, las señales de alarma se hacían cada vez más estridentes, y resultaba cada vez más complicado el ignorarlas, hasta que cuando se decidía a escuchar el sonido que recibía se le hacía insoportable y decepcionante. Básicamente, él actuaba como Quijote al rescate de una Dulcinea que estaba encantada en su papel, al que no quería renunciar por otro guión con el que no se identificaba, y terminaba por reprochar la insistencia en la oferta.
Esta persona a partir de ahora, puede –entre otras cosas- modificar la forma en la que gestiona las señales de alarma, las expectativas que pone en la relación, el verificar que “el proyecto vital compartido” se comparte un mismo guión y sobre todo su roll de “salvador”
El Quijote necesita de la Dulcinea, como la Dulcinea necesita del Quijote para existir. Si no hay víctima, no hay verdugo. La cuestión es revisar el roll que en ese momento yo estoy asumiendo y dejar de culpabilizar al otro porque no quiera adscribirse a mi propuesta, porque de hacerlo, muy posiblemente tampoco sepa qué hacer.