Cada uno nacemos condicionados por un medio, por un entorno en el que nos desarrollamos. Una de las cosas que primero aprendemos es a dar un sentido a dar un significado al mundo en el que nos desarrollamos. En este proceso lo que hacemos es construir nuestro «modelo del mundo», por lo tanto no respondemos al «mundo como es» sino al sentido, al significado que nosotros le damos.
En todo este proceso nos ayudamos de la educación social, paternal…y todo esto está marcado por el «saber cultural» en el que nos relacionamos. La cultura nos ayuda a dar sentido al mundo, a saber qué, cómo y porqué funcionan las cosas, y en ella encontramos mucho saber que no tenemos que construir por nuestra cuenta y que se va transmitiendo de generación en generación; pero claro, con todo lo útil de la cultura también recibimos mucho de lo poco útil y desfasado en la misma.
La falta de saber aprendemos a sentirla incómoda, a rellenar inmediatamente ese hueco en nuestra comprensión con «la primera explicación» que encaje con nuestra forma de entender el mundo; al margen en muchas ocasiones de lo certera o no que sea. A la noche por la que hemos pasado en algunas partes del mundo occidental -noche de San Juan- la realización de determinados ritos realizados de una determinada forma le atribuimos el origen de determinados efectos que esperamos que ocurran en el mundo. Las personas que quieren manipular el mundo de esta forma, han aprendido a dar un sentido y un significado desde ahí –su modelo del mundo encaja con ello-.
En el proceso de comprensión del mundo, el dar respuesta al qué, cómo y porqué de las cosas en el mundo; culturalmente estamos muy entrenados en hacerlo desde la causa-consecuencia, y con ello nos sentimos cómodos ya que cerramos el proceso llegando a la conclusión que «sabemos» el cómo las cosas ocurren; pero este «cómo las cosas ocurren», está muy lejos de hacerlo desde la poca certera comprensión de una causa-consecuencia, y mucho más cerca de un entendimiento de los «procesos»
Si nos hubiesemos quedado en la comprensión que un parto se ha producido como consecuencia de la influencia lunar -como aún para muchas personas tiene sentido- no nos hubiésemos movidos en ninguna dirección. La comprensión mágica del mundo no nos desarrolla, nos alimenta de una falso saber que sentimos cómodo momentáneamente; hemos de adentrarnos en la incertidumbre de un modelado más certero del mundo, atendiendo al proceso que ocurre dentro del ejemplo en un parto y en el que la luna quizás descubramos que tenga una influencia mínima, o ninguna.
Actualizar nuestro saber, nuestra comprensión, nuestro dar sentido al mundo, es lo que nos desarrolla, es lo que nos permite avanzar más allá de nuestro saber momentaneo. Saltar las olas en la playa una noche como la pasada no explica cómo después determinados sucedos pasarán o no en el mundo.
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