Tendemos a pensar que determinadas acciones derivarán en unos resultados seguros. Es lo que podemos llamar «modelado de causa-efecto»: si me coloco en una corriente de aire (causa), me resfriaré (efecto), si lanzo una taza de café contra la pared (causa) esta taza se romperá (efecto), si quiero desplazarme a Madrid desde Valencia (causa), si lo hago en el Ave llegaré (efecto)… y nada de esto es certero, ya que una causa no garantiza un efecto, simplemente contribuye, pero no lo asegura.
La corriente de aire puede ser cálida y yo estar bien abrigado, la pared contra la que se golpea la taza puede estar acolchada o el Ave puede a mitad de camino de tener una avería a la altura de Cuenca con la que no pueda continuar.
Esta forma de modelar el mundo, términos de causa-efectos, presenta como podemos ver el inconveniente que confiamos el resultado de una determina cosa a sólo un ingrediente, con lo cual a la hora de establecer «objetivos» (efectos en un periodo de corto mas o menos prologando) estaré jugando todo a una carta; cuando nada directamente garantiza un determinado efecto, sino que simplemente es uno de los elementos que contribuye: si quieres «ser saludable» debes de comer cinco piezas de fruta; pero comer esas cinco piezas de fruta no garantiza directamente el efecto (que sea saludable) si paralelamente bebo alcohol, fumo y como hamburguesas diariamente, ¿cuantas cosas adicionales a comer cinco piezas de fruta al día, tendré que incoporar o modificar que favorezca que yo sea saludable?
Con esto en mente podemos igualmente pensar, que las consecuencias de una determinada acción, no necesariamente desembocará en unas consecuencias inmutables, porque dependerán de cómo se organizan los elementos que favorecen una acción (y no sólo de uno de ellos), así como de otros elementos que pueden aparecer en el escenario y que a priori no se tenían en cuenta, y sobre todo esto se irá haciendo cada vez más complejo, conforme más elementos haya implicados.
Sí que hay efectos que podemos preveer y en base a ellos establecer planes de actuación, pero no todo lo vamos poder controlar. Si salgo en dirección a Madrid en coche, puedo preveer que el vehículo debe ir previsto de gasolina, y en base a ello orgnizar la forma en que gestiono este asunto; pero lo que no puedo controlar, es que el día que decido desplazarme las gasolineras se ponen en huelga, o que otro elemento del motor del coche ese día ha dejado de funcionar, con lo que no tengo garantizada la llegada a Madrid. Aunqe sí, al identificar los elementos implicados puedo hacer algo al respecto.
Resulta muy recomendable notar cuando estamos pensando en un asunto en términos de «causa-efecto», y que cuando así lo percibamos, paremos la cosa, y pensemos en todos los elementos que están interviniendo en la cosa en cuestión y que hagamos una evaluación del nivel de involucración e influencia de cada uno. Así seguir un modelo similar al que ahora explicito puede resultar útil:
– Plantear la cuestión a lograr, el efecto o la cosa a analizar
– ¿Cómo exactamente hacer «X» (cosa a realizar) va a resultar en obtener «Y» (efecto)?
– ¿Qué mas cosas, aparte de X, deberá hacer para obtener «Y»?
– ¿Qué efectos negativos puede acarrear obtener «Y»?
– ¿Que más cosas existen ahí?
Es una forma de pensar que requiere de un trabajo, bastante más allá de un chequeo facilón, y de quedarnos muchas veces simplemente con el «buen sentir» experimentado, cuando se piensa en el efecto, buscando una «gran causa».
A esto también a través de mi trabajo, puedes adquirir las habilidades para realizarlo.