Una de las cuestiones que suelen plantearse como gestión inadecuada de una conducta es que en ciertos contextos solemos identificar la conducta a la persona.
Me encuentro en muchas ocasiones con personas que han abandonado, transformado la conducta de fumar, y continua a sí mismas calificándose como “fumadoras”. Es decir, personas que no realizan la conducta, aunque su identidad no se ha movido.
Un ladrón no lo es todo el tiempo. De hecho puede darse el caso de una persona que por la mañana haya desarrollado la conducta denominada como “robo” y por lo tanto sea calificado como “ladrón”; y sin embargo por la tarde vaya al supermercado y pague toda la compra que ha realizado.
Una persona mata a otra, y a partir de ese momento es denominada como “asesino”. Ahora bien esa conducta ¿la está llevando a la práctica todo el tiempo?, ¿ en qué momento una persona deja de “ser” un asesino para pasar a “ser” un ex asesino?, ¿ cuando se “es un ex ladrón”, “ex violador”?
Emerge aquí la dificultad y confusión que puede generarse a través de reducir nuestra identidad a una conducta. Hasta el más inmenso genocida, tendrá unos contextos donde aborde conductas que se pueden calificar en el lado opuesto como persona humildad, sensible, empática….
Recomiendo ver la película “El Hundimiento” donde se relatan los tres últimos días de Adolf Hitler, y en la que queda de manifiesto que a la vez que este personaje es el primer responsable del genocidio de judíos, gitanos, homosexuales y todo aquel que no comulgase con sus planeamientos….también era un padre de familia amoroso, protector, con una sensibilidad muy grande para la dieta vegetariana –por ejemplo-
Tampoco se trata de “relativizar las cosas”. Es inadmisible cualquier conducta que abuse de la integridad y respeto que merece cualquier persona; aunque es conveniente tener en cuenta que las personas no sólo somos “esa conducta reprobable”, que somos más que eso y que en conjunto mi valoración se modifica.
Lo puedo aplicar para muchas cosas en mi vida, cuando a partir de una conducta lo que hago es reducir mi identidad a la misma. Si un pastel no ha salido cocinado de forma exitosa, es muy probable que la cosa se mueva a la conclusión de “soy un desastre”
No “somos”, nos comportamos y creamos conductas que pueden ser aceptadas o no por la sociedad en torno a un contexto y unos valores consensuados. Mi identidad como persona es mucho más que sólo esa conducta.
Manuel León López
Coach Terapeuta Formador
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