En la medida que vamos creciendo generamos nuestro modelo particular de ser y estar en el mundo; dentro de él se engloba todo: forma de hablar, caminar, sentarnos, movernos, ideas acerca del mundo, ideas acerca de la familia, de los otros…así como también qué ideas mantenemos sobre nosotros.
En función de las ideas que establezco sobre mi persona haré o no haré cosas en el mundo. Mediante la acción genero a su alrededor una «zona» en la que me muevo, un estándard de desempeños generales y sobre la que mantengo una determinada vivencia. Esa «zona» la puedes notar en tu día a día, investigando qué haces y cómo haces las cosas en todas las areas de tu vida: trabajo, familia, amistades, personal…, y cualquier variación de ellas se puede percibir como algo «peligroso», y su medida variará en respuesta a la primera idea que mantengo sobre mí.
Si siempre hago lo mismo, obtendré el mismo resultado y si por contra pretendo obtener un resultado distinto habré de hacer cosas distintas. Si aquellas cosas distintas que puedes hacer, con el mismo hecho de plantearlas a la vez emerge una «limitación», puede que esté llamando tu atención sobre algo «real» -y habrá que deterse en ese punto e investigar qué hay ahí- o simplemente que «no encaja con la idea que tú te has hecho sobre tu persona»
Son cosas distintas y es útil mantener en cuenta: capacidad, competencia y confianza. Puedes creer conducir un coche (confianza), pero no tienes la competencia (enseñanza) ni por lo tanto la (capacidad). Al final la decisión de «conducir un coche» será determinada por tu «confianza», que necesitará de la necesaria «compentencia» y de la «capacidad» adquiridas para ello. No se trata de hacer cosas «ciegamente», sino basadas en una «racionalidad»; y a ellas nos podemos dirigir revisando cuáles son las ideas que mantenemos sobre nosotros mismos.
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