Si queremos desarrollarnos habremos de ir más allá de donde estamos. Para ir más allá de donde estamos, tendremos que reconocer primero qué realidad vivimos.
Esa realidad que reconocemos y habitamos normalmente suele ser un sitio en el que permanecemos por seguridad. Encontramos protección en lo conocido, sobre todo si prevemos que cualquier decisión puede desafiar algún aspecto que implique una modificación en nuestro estar en el mundo.
Construyo una tendencia en nuestro modelo del mundo a incorporar la idea de que “el mundo es un lugar peligroso y del que hemos de protegernos”, y con esa predisposición en nuestro inconsciente, asumimos y rechazamos todo aquello que pueda cuestionar nuestra percepción subjetiva de seguridad, lo cual en ocasiones puede resultar muy limitante.
Salir de lo que podemos convenir en denominar “área de seguridad”, o mejor expresado, la motivación –que podemos utilizar útilmente- son dos cosas: bien permanecer en un estado de apatía, falta de sentido vital, desgana, poca motivación o bien el miedo a una situación que podemos percibir como muy amenazante.
Estas sensaciones, falta de sentido o el miedo, pueden ser muy útiles como “palanca” para avanzar en nuestro “desarrollo”, garantizándonos a la vez “seguridad” que puede imbricarse en todo el proceso.
Seguramente una persona que se esté desempeñando como funcionario, en su vida es muy importante la seguridad que encuentra; aunque quizás a nivel de desarrollo existan muchos huecos y que el “miedo” al sentir cuestionada su seguridad haga que continúe estancado; cosa que si se mantiene, se prolonga en el tiempo, desemboque en la apatía, la falta de sentido, una crisis o incluso lo que popularmente se conoce como “depre”. Es decir, está ateniendo a su seguridad, aunque no lo ha hecho con su desarrollo.
Son asuntos muy relevantes en la vida, tanto la sensación de seguridad, como el poder desarrollarnos. Una dirección muy útil en la que nos podemos mover, es en la integración en la misma de uno y otro asunto.