Durante un tiempo en mi vida me estuve relacionando más con la “idea que mantenía acerca de algo” que “con cómo funcionaba ese algo” Al ser ideas desconectadas de la realidad cabía cualquier tipo de cosa y existía un sesgo a que las elaboraciones que hacía tuviesen un contenido negativo, con lo cual se dificultaba mucho el disfrutar de la vida, del mundo.
“Sólo podemos llegar a amar, a aquello que conocemos en profundidad”, y para mí esta aseveración cobra pleno sentido hoy en día. A partir de un momento comencé a interesarme mucho más por el mundo real, de qué es lo que yo hacía dentro de él, cómo lo hacía, porque/para qué lo hacia; y no desde la teoría de cómo yo funcionaba sino tomando mi experiencia personal y desmenuzándola.
A modo de metáfora es lo que hace la ciencia para explicarnos el mundo en el que vivimos. Siempre puedes elegir entre relacionarte con el mundo desde ideas “tan alentadoras” como: “esto es un valle de lágrimas” o relacionarte preguntándote para empezar cómo has llegado a esa conclusión, y moverte más allá haciendo un trabajo de investigación. Las teorías e ideas preconcebidas acerca del mundo te mantienen en un círculo, cuando investigas las abres y caminas en línea recta.
Cuando era niño me explicaron que las estrellas del cielo eran el “alma de aquellos que habían muerto en la tierra” Más tarde aprendí qué era exactamente una estrella, cuáles eran sus componentes, cómo nosotros vemos distintos colores en ellas debido a su temperatura, la evolución en la vida de las estrellas y la complejidad de mecanismos e interacciones existentes. Antes miraba al cielo con reverencia y un sentimiento entre la nostalgia y la pena; hoy lo miro desde la fascinación, apreciando la belleza que hay en la variedad de formas y la profundidad de conexión de mi individualidad con el todo.
Podemos perdernos en las ensoñaciones de amar a alguien, de “idealizar a nuestra medida” a esa persona, de perdernos en la frustración de contemplarnos en un espejo comparándonos con un ideal, de resentirnos hacia el mundo porque él no nos ha devuelto aquello que yo le había demandado… o bien aprender herramientas que te permitan conocer de una forma más certera el cómo tú, quienes te rodean y el propio mundo coexisten y se relacionan, y desde ahí un amor genuino emerger.