Desembarcamos de unos días donde he escuchado hablar mucho a mi alrededor de deseos, nuevos proyectos, objetivos, a nivel general o yo mismo, que he podido enunciar, y hacer una reflexión – que no un manual de cumplimiento – sobre los mismos.
Cuando conecto con esos deseos, lo hago con lo que quiero incorporar en mi vida, mejorar lo que ya dispongo, dándome un significado vital. La buena intención se presupone, aunque no es suficiente, como una y otra vez me demuestra la experiencia: de la formulación de algo que el 31 de Diciembre emerge en forma de deseo, y el 9 de Enero no queda ni rastro. ¿Cuántas ocasiones me he propuesto aprender inglés, aparcar el hábito del tabaco, cambiar de trabajo, mejorar la relación con mi pareja, los recursos materiales, ir a un gimnasio…?.
Una buena parte de los motivos por los que el “9 de Enero” no queda ni rastro de lo que unos pocos días yo esbozo como un aliciente vital; es que en el planteamiento hay muchas cosas que no tengo en cuenta, con lo que puedo adiestrarme en el ejercicio de habilidades que hagan mucho más posible que aquello que me he propuesto se materialice.
Lo que me propongo puedo hacerlo desde una afirmación en positivo, si mi deseo es “no pensar en elefantes azules”, lo primero en lo que pienso es en aquello precisamente en lo que no quiero pensar. ¿En qué quiero pensar?, pudiéndolo formular desde: “quiero pensar en jirafas”.
Analizar, ¿es impuesto o es algo que nace de mi?, ¿qué conseguiré con el deseo?, ¿cómo me voy a sentir cuando lo haga?, ¿qué significa eso para mí, que significado le doy? Si la respuesta a estas preguntas tiene congruencia entre ellas, es un planteamiento que parece razonable, en caso de no ser así, puedo prestar atención, tenerlo presente y quizás encuentre la misma en los siguientes planteamientos.
Para que un deseo se materialice hay que hacer cosas, llevarlas al mundo. Si quiero ir a un gimnasio, habré de trasladarlo en hechos: buscar uno, informarme de lo que para mi es importante: tipo de instalaciones, precio, qué actividades encontraré, horarios…; y con lo que voy cumpliendo; más y más, me va acercando a mi deseo: ir al gimnasio.
En la medida que me acerco a la materialización del deseo más cerca me sitúo de los beneficios, aunque también, de las cosas que abandono y de las pérdidas que en el cumplimiento del deseo pueden aparecer, ¿las estoy contemplando?, ¿tengo todo esto en cuenta?… Si quiero ir al gimnasio, ¿qué cosas significativas para mí obtendré?, también ¿de qué cosas habré de prescindir?, ¿estoy dispuesto ha hacerlo?, ¿cómo puedo ir compaginando ambas cosas? .. Como puedo comprobar cuando muevo una pieza del puzzle, afecta al resto; y todo esto se puede evaluar, y tener en cuenta.
Dando por hecho que cumpliendo el deseo voy a obtener muchos beneficios significativos para mí, que las pérdidas las que he evaluado y las hago compatibles; también puedo tener en cuenta: ¿Cuánto tiempo dedicaré al mismo?. Si me apunto a un gimnasio, ¿con qué periodicidad lo haré, cuanto tiempo invertiré en cada sesión? Todo se puede contextualizar, y una cosa buena, no siempre y constantemente significa que lo sea.
Que algo haga todos los días, no significa que se materializa de forma mágica, sino, que existe una estructura detrás de ello. Con la formulación de un deseo se mueven temas orientados hacia la motivación, la auto imagen, cómo yo creo un significado en mi vida y hacia donde quiero dirigirla.
En la medida en que identifico qué cosas hago en mi vida, cómo organizo lo que hago y porqué lo estoy gestionando de esa forma; me estoy abriendo y posibilitando la mejora en la consecución y en la realización de las mismas.
A nada que he entrado a tratar el tema, han surgido muchas distinciones muy útiles que por lo general, no tengo en cuenta, y pareciera que el cumplimiento de un deseo es atribuible a otro tipo de pseudos explicaciones, en forma de “yo soy así, soy un inconstante, este año será el de mis desgracias, nunca llego a ninguna parte…”
Todas las distinciones antes aludidas puedo estructurarlas y hacerlas mucho más manejables y experimentarlas, que sólo quedarme con la parte de comprensión intelectual. Todo saber teórico, hay que llevarlo a la práctica para que pueda integrarse; aunque antes habré de investigar, y en la medida que más profundamente lo haga con una metodología adecuada, más estoy garantizado que lo que quiero, lo haga en la forma que diseño y por los motivos que quiero.
Manuel León López
Coach, Terapeuta y Formador
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