Vivimos al compás de nuestras tareas cotidianas, marcamos la agenda, el reloj, los tiempos de alimentación, de descanso, ocio, en torno a aquellas temas que nosotros les damos la cualidad de obligación y que asumimos como tal.
Es cierto, absorben mucho tiempo, energía, dedicación… aunque siempre en el desempeño de la misma hay un director, un gestor, un hacedor: YO, que en ocasiones olvidamos porque damos por hecho que las cosas se sucederán casi mágicamente: que la labor de la higiene no requiere de un pensar previo, que la preparación de un desayuno tampoco, que el traslado al lugar del trabajo tampoco…Y no es acertada esta apreciación; en todo estamos presentes y somos los artífices de todo en lo que nos involucramos.
¿Qué criterio aplico para determinar que cosa de mi hacer diario es obligación, y prioritaria sobre otra?, ¿con qué cosas de todo el abanico disponible me conecto y decido ponerle atención y trabajo?, ¿qué cosas son las que puedo relegar, modificar, interrumpir?
En muchas ocasiones baremar el buen desempeño de algo en una percepción de “comodidad” quizás no sea lo más útil ; ya que entonces estaré desechando cosas que pueden reportarme mucho beneficio, aunque requieran de un trabajo que eleve mi media de dedicación.
¿Qué decido hacer?, ¿eso que decido hacer, cómo me hace sentir?, ¿qué resultados obtendré, qué me aportará?; puedo adaptarlo como una medida de valoración, cuando decido conscientemente tomar el rumbo de diseñar el trayecto del viaje que cada día nos reclama a modo de desafío.
Recibimos constantemente estímulos exteriores, interiores, y a todos atendemos y sólo con algunos nos conectamos de una forma consciente. Estrecho mi conexión con algún asunto, de igual manera decido desconectarme del mismo. Al decidir conectarme se abren todas las cosas implicadas en el mismo, que tienen que ver con el asunto en cuestión, tanto para mi favor como para mi contra. Como metáfora, puedo decir que en el televisor me aparece el teletexto y sólo yo decido con qué programa voy a conectarme del mismo.
Mi libertad de decidir conectarme será mayor, cuantas más posibilidades de juicio tenga sobre el mismo, cuantas más distinciones haga y no me quede tan sólo con un simple “me gusta, no me gusta”; hay muchas más cosas implicadas en cualquier acción. Ante todo pone en evidencia que las decisiones son nuestras, que la manipulación es una excusa cómoda para no decidir.
Manuel León López
Coach, Terapeuta y Formador
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