Nos ejercitamos en simplificar con etiquetas muchas de nuestras experiencias, y en ocasiones esto puede ser muy útil ya que nos pueden ayudar en nuestros procesos de comunicación con terceros. Por ejemplo, si alguien me pregunta acerca de mis vacaciones, inmediatamente aplicaré “mi sentir” sobre las mismas, haciendo un resumen de ellas y comunicando a mi interlocutor: “ah, pues han sido unas buenas vacaciones”, sin tener que verme involucrado en relatarle todas las cosas por las que para mí han representado unas buenas vacaciones.
Ahora bien, esto también puede ponerse en mi camino de una forma poco beneficiosa, ya que al hacer este resumen, también estoy obviando información de experiencias, que quizás en las vacaciones no viví de una forma “tan buena” y que puede resultarme de utilidad el revisar, para comprobar qué puedo aprender de las mismas, cómo organicé esas experiencias y qué quiero hacer con ellas ahora. Por lo que la etiqueta de resumen, simplificadora, también tiene su lado poco útil.
Yendo un poco más allá de esto, también puedo llegar a descubrir que aquello que yo califico como “bueno” o “malo”, está ligado a los valores que yo he decidido adoptar, así como a un estándar ideal en torno entorno a la cosa, y que luego utilizo para comparar con la experiencia verdadera y obtener una conclusión. Ejemplo: cuando yo me pongo a evaluar mis vacaciones, tendré que utilizar algo con el que compararlas, y en general ese algo me lo va a ofrecer las experiencias precedentes de vacaciones, así como el “ideal de vacaciones” que a lo largo de mi vida me he ido construyendo; y que tanto la vacación ultima se acerca o se aleja del mismo.
Así la forma en la que estoy haciendo la evaluación no sea precisamente la que más pueda contribuir en mi propio desarrollo. Valga este ejemplo de las vacaciones también para otras cosas en las que mi resumen podría considerarse como “malo” . Si yo así califico la cena que por ejemplo pude mantener ayer noche; estoy obviando información en ella que me está evidenciando cosas que posiblemente no viví de una forma “mala”, y simplemente estoy resumiendo una experiencia con una etiqueta que está contaminando toda la experiencia.
Sea cual sea la experiencia en la que me involucre, siempre habrá elementos que su valoración es potencialmente cuestionable, ya que nada es un absoluto en sí mismo, sino que habrá que también incorporar el contexto en el que se está produciendo, porque es este el punto de referencia que me va a poder dar la información acerca de lo que puede ser más o menos útil, beneficioso para mí.
También contemplar ¿con qué valores personal conecta sea cual sea la valoración que hago?, ¿en qué momento de mi vida adopté ese valor?, ¿cómo se ha ido forjando?, y sobre todo la utilidad que tiene para mi vida el mantenerlo, ¿hacia donde me conducirá en un futuro? . ¿quiero mantenerlo? ó ¿quiero hacer una revisión del mismo?
Manuel León López
Coach, Terapeuta y Formador
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