Cualquier animal está adaptado a vivir en un entorno, en su propia evolución natural va adquiriendo las herramientas que favorecen su desarrollo en el mismo.
Los humanos estamos influenciando nuestro entorno constantemente, por lo que la velocidad a la que cambia -en una gran parte- es muy alta. Antes viviamos en entornos muy estables que requerian una estabilización de esa adaptación: la persona realizaba el mismo trabajo toda su vida, no había novedades tecnológicas, las familias permanecían estables, había un dios que a todo le daba sentido…
Hoy necesitamos de estar continuamente investigando el mundo porque es muy sencillo quedarnos con una información poco certera del mismo, y por lo tanto no adaptar nuestra vida, lo que presenta un gran desafío en nuestra forma de pensar sobre el mundo.
Estamos constantemente en un proceso de «cambio»: para mantener lo que tenemos (higiene personal) , para optimizar lo que ya hacemos (hacer una lista previa a ir de compras) o para desarrollar e ir más allá de donde estamos (promovernos a un ascenso laboral).
La vejez por ejemplo, no es un umbral que se establece de un día para otro, de una semana, mes o año; es el movimiento vital en continuo proceso, e incluso no es la misma vejez con 80 años, que con 90 años. Puedes tomar un ejemplo en tu propia experiencia de ahora mismo, ¿que has estado haciendo hasta llegar este texto?, ¿estás centrado en él, paralelamente ya sabes en lo que te involucrarás una vez leido?: permanece atento a notar todos estos cambios.
¿Cual es tu experiencia del cambio?, ¿cómo explicarías a otra persona qué es para tí el cambio?, ¿con qué cosas lo identificas?, ¿mantienes un sentido estático del mundo, un proceso dinámico o una mezcla de ambos?
Deja tu comentario.