Asistí ayer a la presentación de un tema muy de actualidad, sobre el que la ponente se limitó a esgrimir una lista de ideas poco elaboradas, pero que socialmente han calado, muy aplaudidas por los asistentes.
Las consignas, nos ayudan a simplificar el mundo y a manejarlo; pero claro, presenta el incoveniente que cuando «resumes» dejas de atender a todo lo que hay involucrado en la propia experiencia, conducta o fenómeno que estás analizando; y en eso que estás haciendo, es en lo que adquieres habilidad a base de repetición.
Cuando alguien empuja para ir mas allá de la «consigna», se encuentra que el modelo imperante choca con el que esa persona quiere proponer. Salir de la «consigna», no resulta cómodo, ya que plantea cuestionar el «saber sólido» que en ese momento a la persona le está dando seguridad, estatus o simplemente satisfacción.
Este «modelo a base de consignas» lo podemos identificar en: política, educación, medios informativos…y es una proyección de lo que hacemos con la comprensión que mantenemos acerca de cómo personalmente funcionamos en el mundo. Creamos necesidades de identificación con grupos, con ideas y a la vez de ser reconocidos por ellos, y eventualmente también ejercer nuestro liderazgo también por ellos. No es ni positivo, ni negativo, todo va a depender de cómo gestionamos eso.
Puede resultar muy útil, el cuestionar cosas que socialmente se sostienen como muy «tangibles y reales»; cuando quizás detrás de la etiqueta que se le pone, exista una complejidad tan variada como casos puedan identificarse y explorarse en su particularidad. Me estoy refiriendo, por poner un ejemplo, a la denominada: «violencia de género»
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