Nos pasamos el día tomando decisiones que implican en sí un «alejamiento de algun lugar» y un «acercamiento a otro lugar», y lo hacemos básicamente para cubrir unas necesidades, y operando unos valores.
Si tengo apetito y decido salir a comer, me estoy alejando del «experimentar hambre» y acercarme a «cubrir la necesidad de alimentarme»…Luego tú a esto puedes añadirle significados de placer, tiempo para compartir con familia, amigos, ocio…que están más allá del desempeño de comer.
Es muy similar a lo que hacemos cuando en situaciones «críticas» decidimos tomar una decisión, ante la presión de «tomar una decisión». Nos movemos alejándonos de una circunstancia, y acercándonos a otro, se supone que más favorable. En ocasiones pareciera como si el mero hecho de alejarme, solucionara las cuestiones que ahí estaban implicadas y que el lugar al que me dirijo «mágicamente aparecerá» o bien si lo tengo definido, se tiende a idealizar al mismo -creyendo que ahí todo estará solucionado- .
En ambos lugares, tanto del que me alejo como al que me acerco, encontraré «ganancias y pérdidas». Es decir, cosas que estoy aprovechando, o aprovecharé, y cosas que en esa decisión perderé. Un adolescente que se aleja del conflicto con sus padres de su casa, sin haber definido qué, cómo y hacia dónde se dirige. Creerá dejar atrás el conflicto, para meterse y dirigirse…¿donde?, ¿cual es el posible resultado final?
Si en una habitación me levanto de una silla, con la intención de encontrar una salida, es muy útil, haber identificado primero donde está la puerta; y hacer una evaluación de donde me dirijo…puedo pasarme la vida, lamentando querer levantarme y no hacerlo o bien haciéndolo dirigirme a darme de bruces crontra una pared.
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