Recuerdo que con catorce años de edad tenía como profesor de historia a un señor que su forma de transmitirla conectó muy bien con la forma de asimilarla que yo mantenía, lo admiraba y a su conocimiento le daba una autoridad que no cuestionaba; lo aceptaba sin más.
Al margen de su formación en acontecimientos históricos, causas, desarrollo y consecuencias de los mismos; todos escurridizos ya que nos movemos en el terreno de la “significación y la interpretación”: que en el periodo Nazi entre judíos, homosexuales, gitanos, … se asesinaron a más de seis millones de personas, es un hecho objetivo, los motivos y las consecuencias, son elementos subjetivos, tampoco su naturaleza los hace aceptables.
Este profesor de historia en buena medida influyó para que mi tendencia a mirar el mundo durante una etapa en mi vida bastante larga fuese con un sesgo y desde la “ideología de izquierdas”. Después he aprendido a identificar que mirar el mundo desde “una ideología” es muy limitador; y que si en los sistemas educativos a las personas se nos enseñase a pensar dentro de unos modelos científicos los beneficios que obtendríamos entre muchos sería no sólo identificar cuando esa idea conecta con el mundo, sino cuando no conecta y que más podemos desarrollar.
A finales de los años setenta, principios de los ochenta del siglo pasado, este profesor nos transmitía la idea de que en un futuro –que es el actual presente- en España tendríamos un gravísimo problema de falta de población y envejecimiento, y que habría una falta de “mano de obra” considerable. Es decir, todo lo contrario, a la realidad, ya que entonces no se contaba en la predicciones con dos fenómenos que se han desarrollado: “la demencia de una política económica, la ausencia de previsión en las consecuencias de las acciones por parte de la población y la inmigración”
Pensamos en el futuro en base al conocimiento, al saber que del mundo disponemos ahora; pero no nos damos cuenta que ese mismo mundo está en constante movimiento, y que mi saber de hoy puede resultar completamente inválido en un momento; de ahí lo útil de actualizar mi saber del mundo. La utopía en la Edad Media era que el hombre fuese capaz de volar, hoy que existan aviones sin alas. Es decir, la utopía no existe ya que –entre otras cosas- la ciencia, la tecnología, cambia constantemente las cosas que en el mundo se pueden materializar y que en el saber que hoy administro resultan impensables.
Podemos pensar que dadas las circunstancias y el saber que de ellas tenemos, las jubilaciones no están garantizadas; porque estamos dando por hecho que el mundo va a continuar con la estabilidad de hoy; aunque la evidencia más numerosa es la contraria, aunque la estabilidad también la necesitamos para poder realizar proyectos. Como puedes comprobar nada es ni “lo mejor”, “ni lo peor” y que puedes adquirir la habilidad de identificar cuando te es útil pensar en unos términos o en otros. No se trata de hablar de “verdades”, sino de “utilidades” dentro de tu vida como un todo.