Personalmente entiendo la vida como un camino que hemos de transitar asumiendo las riendas de la forma en la que decidamos hacerlo, aceptando primero ante todo nuestras obligaciones para con nosotros mismos y también hacia los demás. Hacedores de nuestra responsabilidad. Muchas más las obligaciones que los derechos, que aunque pocos, para mí pueden tener un valor sagrado.
Escuchaba esta mañana a un sacerdote (sí, de estos que sólo existen para algunos medios de comunicación si los pillan en algún asunto de abuso de niños o son denunciados por ello) relatar una de sus experiencias como seminarista en Calcuta (La India) en la que una mañana vió como en un inmenso estercolero, las ratas que pululaban, lo hacian acompañadas de viejos y niños que rebuscaban algo para comer. Entre todo aquel acinamiento, vió a un hombre tirado en el suelo con la cabeza y la espalda llena de pus remanente de las heridas que en ellas se apreciaba, que estaba agonizando. Lo llevó al «centro de acogida» donde estaba acompañado de otros religiosos que colaboraban en «tareas humanitarias» y alli, lo lavó, le dió algo de agua y cuidó de él hasta que espiró.
Este tipo de experiencia me ofrecen una perspectiva a la hora de hacer una valoración de lo que yo califico como «problemas», de las cosas con las que me siento incómodo. También de saber que la responsabilidad y la toma de riendas de nuestra propia vida, debe de verse favorecida por entornos donde exista un mínimo de posibilidades donde ello pueda ser probable, y hay lugares donde eso es muy poco probable, trasgrediendo uno de nuestros derechos: la dignidad personal, el vivir y morir de una forma digna, cosa que en la anécdota facilitó el sacerdote.
Más tarde otra persona, me relataba una situación que se había desarrollado de tal forma, que al final lo que había primado era el abandono, la injusticia, el no mirar por los más desfavorecidos y entre ellos los niños. Esto está desarrollado en un contexto muy distinto y el contenido no tiene nada en común, aunque sí que existe un patrón de comportamiento muy similar al del mendigo en Calcuta.
Como he hecho señalado, tenemos la obligación de tomar las riendas de nuestras vidas y asumir unas obligaciones hacia los otros, aunque claro, si los otros esto no lo asumen de igual forma, se producen situaciones muy desequilibradas, donde hay una ausencia de evaluación de cual es la repercusión de esos actos en nuestro entorno, y sólo enfocándonos a conductas hedonistas y egoistas pensando en que esos otros a los que hemos dado la espalda, tienen en su entorno las cosas necesarias para acceder a los que nosotros hemos conseguido.
A esta persona cuando le he preguntado que me dijera un tema para la entrada de este blog, me ha respondido que «Mierda» y entiendo que no es nada poetico, e incluso desagradable pero forma parte del mundo, porque nosotros optamos, asumimos, decididos que sea así.