Las habilidades que vamos aprendiendo y ejercitando, las desarrollamos a partir de nuestra mente concreta; y esto nos es muy útil ya que así aprendemos a desempeñarnos en el mundo. La debilidad, es que sólo nos identificamos a partir de nuestra mente concreta y es ahí donde nos instalamos y construimos nuestra identidad y percepción de la «realidad»
Uno de los «alimentos» favoritos de nuestra mente es todo aquello que lógicamente estimule su función: recuerdos, imaginación, fantasías y todo el campo emocional con lo que los ligamos (emoción que no sentir), y así vamos generando una dependencia y una identificación con esa forma de funcionar. Entre ellos las ideas que formamos de nosotros mismos y de la realidad, con lo que acabamos por sucumbir dentro del «ruido mental»
Nuestra mente es una constante fuente de «ideas» respecto a nosotros y a la realidad que vivimos, y como nos vivimos a través de ellas, y es con ellas con las que nos identificamos; cuando las cosas no se desarrollan por los cauces que nosotros entendemos que «debieran de conducirse» respecto al curso de nuestro vida o de nosotros mismos, emerge el «sufrimiento» en sus mútiples facetas y formas.
Cada uno vamos ejercitándonos también en relacionarnos con un grado de sufrimiento, que a nuestro juicio valoramos como «razonable», y lo interpretamos como «natural». Con ese grado de sufrimiento vamos configurando un estándar, con el que nos podemos pasar la vida relacionándonos, saltando los contenidos del mismo de unos temas a otros de los que es resultado. Aunque puede llegar un momento, en el que ya nos parece que se ha superado y puede que solicitemos la ayuda para manejarnos con él.
Así, las personas vamos con nuetro «ruido» personal por el mundo, y como el mismo ruido tiene igual frecuencia en las personas con las que nos relacionamos y todo alrededor está construido desde él, lo vivimos como lo «natural»; es más, con nuestra mente generamos todo tipo de explicaciones para justificarlo e incluso recrearlo.
Aprender a ir identificando los elementos particulares de ese «ruido» e irles «bajando el volumen», es otra de las habilidades que podemos aprender. Igual que aprendimos a desconectarnos de nuestro «centro» e instalarnos en nuestra «mente», podemos revertr el proceso. Como si los elementos de una orquesta tocase cada uno una música, con o sin melodía, y el director permaneciese fuera de su centro intentando hacer que todos se conjuntaran en una dirección. El director necesita darse cuenta de su identidad y del lugar que debe ocupar.