De un tiempo a esta parte he estado explorando la diferencia entre «mirar un asunto», y «pensar en el asunto».
La habilidad de «pensar» con nuestra mente concreta nos es muy útil, ya que a través de ella procesamos datos, comparamos, enjuiciamos, resolvemos problemas…aunque también mantiene sus debilidades: creamos problemas, nos relacionamos con la idea de las cosas, vivimos en el pasado, nos proyectamos hacia el futuro y no siempre de forma útil…
Lo que no aprendemos a desarrollar es el «mirar», y ¿en qué consiste?, pues en el hecho de prestar atención a un estímulo interno o externo, a un objeto sea cual sea la naturaleza del mismo, aunque no con nuestra mente, sino con la «atención» que está como «detrás de nuestra mente» (donde la podemos notar espacialmente). Observar, mirar sin juicios, sin ideas…y mantener la observación más y más. De ahí nace la observacion directa y por ello la relación directa, que mantenida en el tiempo llega a cubrir el «hueco» que nosotros hacemos entre lo que denominamos «yo» y el «objeto», porque no son dos, somos uno. No hay separación entre el «yo», y lo observado; lo observado es producto del observador, forma parte de la conciencia de éste.
Es así como creamos la «experiencia directa», no a través de las «ideas que tengo de las cosas», con sus juicios, vivencias del pasado, lo que proyecto hacia ellas en futuro, comparaciones….sino, directamente, apartando todo ello y «viendo, mirando la cosa en sí». De esta forma, es cuando de nosotros nace la respuesta total, no condicionada por mi pensar acerca de, sino limpia, sin condicionamiento.
Si al relacionarme con alguien a quien a través de mi mente le estoy dando un estatus, y al hacerlo con ello me siento inferior, no me estoy relacionando con la persona de una forma directa, sino a través de mi mente. Si a esa persona, la miro, la observo, en sí, sin ideas, sin condicionamientos, mi respuesta será total, libre.
A través de este «mirar» descubro, mi auténtica identidad; esa que por ser verdadera, no cambia, siempre ha permanecido a lo largo del tiempo, falseada por un personaje que yo he ido creando a través de mis modelos mentales. Es útil aprender a modificar, mejorar, esos modelos mentales; aunque mientras nuestras respuestas continuen naciendo de ellos, no habrá una libertad en sí, no habrá una comunicación directa, plena, sin condicionamiento. Esto es aplicable a la relación que mantenemos con nosotros, ¿cómo te vives a ti mismo?, ¿directamente o a través de las ideas que tienes de tí, con los juicios, experiencias, comparaciones que has ido acumulando?