La Ausencia de Acción

la nada

En ocasiones nos frustramos ante deseos de acciones que experimentamos que otros lleven a cabo, y que ellos no las materializan. Alguien que espera que te llame, y no lo hace, tu hijo que no termina de ordenar su cuarto, como tú quisieras, que el mundo no funcione como tú consideras que debería hacerlo…

Mientras lees esta pequeña reflexión, trae a tu mente, algo con lo que te sientas identificado con alguien en concreto, con el que mantengas un vínculo y algo que tú quieres que lleve a cabo una determinada acción y no lo hace. Date un tiempo para volver a reproducir ese deseo, en relación con esa persona. Siente a esa persona, el deseo de que haga algo y la ausencia de la acción.

A continuación, te pido que lo consideres esto como una obra en la que hubiese 4 personajes: estás tú, está esa persona, el deseo y la no acción. Y tú mantienes activos a estos 4 personajes, mientras que la otra persona no tiene activados ninguno de ellos. Es decir, tú lo tienes todo y el otro no tiene nada, porque la otra persona tendrá abiertos sus propios deseos y sus propios haceres en su propia obra, que no tiene nada que ver con la tuya.

La frustración surge cuando ponemos nuestra atención en la “ausencia de la acción”, en la nada. Notamos esa “nada” y experimentamos esa desazón hacia ella. Si desenfocas esa atención, y lo llevas a lo que esa persona sí que hace de hecho, a sus propios deseos, ¿qué notas, qué cambia?

 

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